Hola, ¡Cómo estás!
Esta semana un hombre, simulando una discapacidad y disfrazado con una peluca y una silla de ruedas, burló la seguridad del museo del Louvre y consiguió lanzar un pastel a la Gioconda. Mientras la policía se lo llevaba, el joven de 36 años gritó: “Hay gente que está destruyendo La Tierra, pensad en ello. Todos los artistas, pensad en La Tierra. Por ese motivo he hecho esto. Pensad en el planeta”.
Más allá de la acción y del motivo que hay detrás, ¿Por qué ataca a la Mona Lisa? Sin duda se ha creado una atmósfera especial alrededor de este cuadro.
La Gioconda se trata de una pequeña obra de principios del siglo XVI pintada al óleo sobre una tabla de álamo. ¿Qué la hace tan especial? Nada. Bueno, algo igual sí, que es uno de los cuadros más famosos del mundo creado por uno de los artistas con más renombre, Leonardo da Vinci.
Es un retrato con un aura de intriga. ¿Quién era Mona Lisa? No se sabe con certitud. Oficialmente se trataba de Lisa Gherardini, esposa del comerciante florentino Francesco del Giocondo. Aunque existen otras teorías que sitúan a la protagonista en Isabel de Este (marquesa de Mantua y una de las más relevantes damas del Renacimiento italiano, especialmente conocida por ser una gran mecenas de las artes), en Isabel de Aragón (duquesa de Milán), o en Caterina de Vinci (madre de Leonardo).
También hay hipótesis de que se trata de un autorretrato, de una mujer desconocida fruto de su imaginación o, incluso, de Gian Giacomo Caprotti, ‘Salai’, su famoso asistente y a quien le tenía gran aprecio. Mucha especulación que deja a la protagonista de la obra como un gran misterio.
Otra incertidumbre que rodea a Mona Lisa es que, si Leonardo era italiano, ¿cómo terminó la Gioconda en París? Con 64 años, Leonardo fue invitado por el rey Francisco I a su ‘humilde’ morada, el castillo de Amboise. El artista italiano se llevó consigo varios cuadros para retocarlos. Entre ellos La Gioconda, comenzada una decena de años antes.
¿Por qué tardó tanto en pintarlo? Entre otras cosas porque Leonardo utilizó su técnica favorita, el sfumato, que exige una gran meticulosidad en los trazos y mucha paciencia debido a las pinceladas tan finas (hasta el punto de no verse los trazos en la obra. Esta técnica crea un ambiente ‘real’ difuminando los contornos, sin líneas ni bordes).
Francisco I de Francia termina por comprar el cuadro (no se sabe si antes o después de la muerte del pintor), y lo hace colgar en una de las salas del palacio de Fontainebleau. A partir de ahí, comienza una peregrinación, ya que viaja a París, al palacio de las Tullerías, luego al palacio del Louvre, al palacio de Versalles, en incluso al dormitorio de Napoleón, que termina por entregarlo al museo del Louvre en 1802.
Habrá que esperar más de 100 años para que la Gioconda se vuelva realmente el cuadro más famoso del mundo. Ocurrió el 21 de agosto de 1911. Vincenzo Peruggia, italiano de nacimiento y cristalero de profesión, pasó la noche en un armario del museo del Louvre. Era lunes (día de descanso en aquella época), por lo que el recinto se encontraba cerrado. Descolgó tranquilamente el cuadro, se deshizo del marco dejándolo bajo una escalera y se marchó con la Mona Lisa bajo su bata de trabajo. Conocía bien la obra porque fue él quien había puesto el cristal de protección (era un antiguo empleado de la empresa encargada de proteger los cuadros del museo).
Sin presión, Vincenzo mantuvo a la Gioconda oculta bajo su cama durante dos años y medio en un maletín con doble fondo. Durante ese tiempo, la policía exploró, en vano, todas las pistas. Incluso las más improbables. Se llegó a detener a Guillaume Apollinaire (artista italiano afincado en París), se sospechó de Pablo Picasso e incluso se dudó del emperador alemán Guillermo II, que podría haber ordenado el robo.
El caso es un misterio, una vergüenza y un escándalo para el país… pero todo ello contribuyó en favor del prestigio internacional del cuadro.
Peruggia fue arrestado en 1913 cuando intentaba vender la Mona Lisa a un anticuario florentino. Su excusa fue que quería devolvérselo a Italia, para así reparar el perjuicio que Napoleón había hecho al robar obras italianas (y lo hizo, aunque con otras obras, no con la Gioconda. Aun así, si preguntas a un italiano, lo más seguro es que te responda con esta creencia de que el emperador francés la robó).
Pero, ¿por qué La Gioconda y no otro cuadro italiano? ¿Por su belleza inimitable? ¿Por su sonrisa enigmática? ¿por su composición perfecta? ¿por su sfumato magnífico? No, únicamente por su tamaño, que le hacía un objeto más fácil de transportar, y por tanto de robar.
La Mona Lisa regresó a su lugar, esta vez con mayor protección todavía. Con un cristal blindado y bajo un sistema de seguridad ultramoderno. Además, no se presta a ningún otro museo, por lo que hay que ir al Louvre para ver la obra (lo cual la hace todavía más exclusiva y atrayente).
Otro punto que rodea a la obra es la polémica que ha generado entre Francia e Italia. Un ejemplo, para celebrar el 500º aniversario de la muerte de Leonardo da Vinci, el Louvre preparó una gran exposición que abrió en octubre del 2019. Francia e Italia llegaron a un acuerdo en el 2017 por el cual Italia prestaba sus cuadros de Leonardo da Vinci a cambio de que el país galo hiciera lo propio con sus obras de Rafael para una exposición prevista en Roma en el año 2020.
El acuerdo se llevó a cabo, a pesar de que ese mismo 2019, Matteo Salvini (político ultraderechista) ganó las elecciones europeas en su país. Generó un gran movimiento nacionalista que puso en duda el acuerdo (hasta el punto de llegar a suspender la autorización de algunas obras de Rafael).
Desde el robo de Peruggia, la Gioconda ha sufrido cuatro ataques (sin contar con el tartazo):
Ácido (1956). Una mujer lanzó este compuesto químico que dañó la parte inferior del cuadro.
Una piedra (1956). Meses más tarde al ataque con ácido, un camarero boliviano que vivía en la capital francesa tiró una piedra que dañó un poco el pigmento del codo izquierdo de Mona Lisa. El joven declaró haber actuado así por ‘odio al cuadro’.
Pintura Roja (1974). Estando la obra en Japón (recuerda que ya no viaja), una mujer quiso destrozarlo lanzando pintura roja. Actuó así para ‘protestar por las malas condiciones para los discapacitados en la exposición’.
Una taza de té (2009) que lanzó un visitante ruso.
Más allá de la historia que se ha creado en torno a la Gioconda, el hecho de que haya sido vandalizada no es un caso aislado, ya que podemos encontrar infinidad de obras que han sido atacadas. Por poner ejemplos, ‘El puente de Argenteuil’ de Monet, ‘La ronda de noche’ de Rembrandt, ‘El busto de una mujer’ de Picasso, ‘La piedad’ de Miguel Ángel o los murales ‘Seagram’ de Mark Rothko.
Como me quiero despedir con un buen sabor de boca, os dejo esta canción de The Carters (Beyoncé y Jay-Z). El videoclip lo grabaron en el museo del Louvre y lo hicieron como unos privilegiados, es decir, el recinto entero para ellos solos. Así tiene que dar gusto disfrutar de las obras que alberga el recinto parisino.
Espero que lo hayas disfrutado. Si te apetece dejar un comentario, puede hacerlo más abajo. Me encantará leer tu opinión. De hecho, si te ha gustado, yo estaré más que feliz de que difundas la newsletter.
También me puedes seguir en Instagram o Facebook.
Marcos A. Cabezas